jueves, 20 de febrero de 2014

Radio Solidaria...


Desde aquellos pioneros a medio camino entre la radioafición y la radio profesional que fueron impulsando la técnica y con ella el cariño hacia el medio, este hobby ha cambiado mucho y se ha ido adaptando, menos que más, a la evolución de la sociedad. Las últimas décadas han significado una enorme transformación en todos los ámbitos, especialmente en el desarrollo de una nueva información al alcance de cualquiera y que ha surgido en paralelo a los nuevos métodos de ocio.
En este aspecto, el radioaficionado se ha quedado un poco descolgado ante la abrumadora llegada de nuevas tecnologías, podríamos decir más bien nuevos hábitos, que han puesto
patas arriba el sistema de vida, al menos en los países más desarrollados. Esto obliga a revisar, aunque sea parcialmente, el rol que los aficionados a la radio deben ejercer en el mundo actual.
Claro está que cada uno es libre de interpretar su dedicación a la radio como crea mejor, pero también es cierto que hay ciertas líneas que no se debieran traspasar. Para unos la
radioafición es conversación, charla con amigos, conocidos o no, con los que se coincide con mayor o menor frecuencia en las ondas. Otros tocan la partitura de la radioafición al
compás de una competición acumulando contactos, sumando países, coleccionando tarjetas. Todo es válido, cada persona tiene derecho a encontrar en este medio la diversión que más le satisfaga.

Hay quien viaja a zonas buscadas o poco habituales para realizar desde ellas activaciones, poniendo en el aire indicativos especiales y despertando así el interés de los cazadores del DX. Una bonita opción, sin duda, que aúna la posibilidad de viajar y al mismo tiempo practicar la actividad favorita, a sabiendas, además, de que cientos de personas en todo el mundo estarán pendientes de sus voces. Pero es aquí donde el radioaficionado tiene que reubicarse y ponerse en paralelo al ritmo que va marcando la vida.
A veces se hacen transmisiones desde lugares que se en cuentran en conflictos armados, inmersos en luchas tribales, donde no se respetan los derechos humanos, o donde las gentes malviven bajo dictaduras que les impiden aspirar a cosas que para los demás resultan absolutamente básicas.
Hacer emisiones desde esos lugares, otorgar QSL y operar con indicativos de países o regiones que están marcados con signos de atención por quienes defienden —defendemos— el derecho a la vida y a la libertad, da una imagen muy frívola de la radioafición y es, desde luego, de dudosa moralidad. Una nueva referencia o una tarjeta exótica no justifican en ningún caso una actividad que por un lado va a servir de plataforma publicitaria a gobiernos despiadados, y por otra es dar la espalda a una terrible realidad que padecen muchos seres humanos.

El radioaficionado puede hacer muchas otras cosas en esas regiones (que todos conocemos gracias a esa nueva 
información al alcance de cualquiera de la que antes hablaba):
colaborar con organizaciones de ayuda, por ejemplo, para aportar, instalar y enseñar a manejar equipos de comunicaciones que sirvan para mejorar el nivel de vida de los nativos; ayudar a servicios sanitarios a organizar enlaces de radio para atender más rápidamente a la población; instalar equipos para favorecer los contactos entre escuelas, aldeas y grupos de personas que viven en núcleos alejados... Son sólo algunas ideas (que hay quien ciertamente ya pone en práctica), pero evidentemente hay mucho más que hacer por los demás, cosas útiles que no se limitan a una simple activación que alimente egos por haber estado en tal o cual sitio remoto.

Verdaderamente parece inmoral acudir a determinados países o regiones que están en la mente de todos, tanto como resulta innecesario organizar y participar en concursos en nombre de ciertas organizaciones e incluso instituciones que no tienen un«comportamiento ejemplar», que cuentan con una baja valoración en la sociedad, o que incluso conllevan un
rechazo cada vez mayor de la ciudadanía. Hay decenas, miles de sitios y razones para organizar actividades que sean solidarias, instructivas, respetuosas y asépticas sin tener que bailar el agua a quien poco merece.

El radioaficionado ha sido siempre solidario y sensible a los problemas y acontecimientos que le rodean. 
En esta época en que todo ha cambiado tanto debe evolucionar para seguir al unísono con los hechos de cada día, 
haciendo lo que mejorsabe hacer, aportar sus equipos de radio y su gran voluntad para ayudar a quienes 
más lo necesitan. 
Respetar la vida y la libertad es el mejor camino para que los demás respeten a su vez la radioafición

 Por Baltasar Arias



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